Aparte de este blog que estoy comenzando, tengo una página de poesía en Facebook donde comparto mis emociones a través de las palabras según salen del corazón.
Como hoy no puedo dormir, les comparto por aquí algunos de mis poemas recientes. Pueden seguirme tambien en:
¿Donde estoy? no reconozco este abismo, me siento suspendida en un sueño que se repite mil veces. Observo mis pies, no veo el fondo, observo hacia arriba no veo cielo. ¿Donde estoy?
Me arden los ojos, me duelen las manos, me sangran las dudas, me abraza el silencio. Mi risa se convierte en un eco que me conforta en momentos de total locura. Me observo a mi misma, no logro encontrarme.
Avanzo sin rumbo, camino perdida, sonrío rendida, no quiero seguir respirando. Me siento en la esquina de mis pensamientos, me golpean, me abrazan, me insultan, me besan, me atrapan y me sueltan… ¿donde estas?
Levanto la vista y te observo de lejos, me pongo la sonrisa y me visto de normalidad. Te acercas, te miro y me logro reconocer en tus ojos. El miedo me abraza, me ahoga, me aprieta y te sonrío desde lo mas profundo de mis confusiones.
¿Donde estoy? Te busco, te abrazo y te suelto. ¿Donde estoy? me miro en el espejo pero no estoy ahí, me busco en tu mirada pero cierro mis ojos, siento tu abrazo, un leve susurro, tu voz me devuelve a donde debo estar.
Abrazame fuerte, recoge mis miedos y lánzame a volar.
En algún momento de nuestras vidas hemos leído algún libro de autoayuda. Tengo que admitir que durante mi adolescencia tenia mil complejos, baja autoestima y otros “issues” que se me han quedado adheridos hasta mi adultez. Durante ese tiempo yo me leía cuanto libro de historias de autoayuda encontraba; Sopa de Pollo para el Alma, Chocolate Caliente para el Alma etc. No me había percatado que todo era “comida para el alma”, luego entendí porqué engordé tanto, comer para mí es un antidepresivo.
Pero, ¿y a quien no se le quita la depresión con un rico bizcocho de chocolate o un pote de Nutella, una pizza extra queso con coca cola bien fría o un bolso gigante de popcorn frente al televisor viendo una buena película de terror? (En mi caso soy fanática del género del terror). Para mí todo eso es lo que llaman “comfort food”, bueno yo le digo “gordis food”.
Clásico
¿Cuantas veces has hecho esto? ¿Que rico verdad?
Muchas veces mi familia y algunas amistades me decían que tenía que bajar de peso y la verdad yo me miraba en el espejo y no me gustaba lo que veía pero cada vez que me deprimía lo que hacía era comer. Mi reclamo con Dios era por qué yo no podía dejar de comer como la gente normal que caía en depresión y rebajaban tanto que parecían lagartijas escurridas. Yo quería ser flaca porque entendía que toda la raíz de mis males era que yo era gorda, punto.
Estaba tan enfocada en ver todos mis defectos que no me daba cuenta de las virtudes que tenía. Y es que para mí, los hombres sólo se fijaban en mujeres flacas o con cuerpos esbeltos aunque tuvieran la cara así:
Obviamente durante la adolescencia esas crisis son básicamente normales en las chicas como yo, que por cierto yo me creía gorda y cuando veo mis fotos de intermedia y high school pienso “¿Cómo rayos yo me creía gorda? ¿Cómo rayos yo me creía fea? “Gorda estoy ahora” (o sea tampoco había aprendido nada al sol de hoy). Vivía con una venda en mis ojos (a lo Birdbox) que no me permitía ver lo que otra personas veían en mí. Tuve que darme muchísimos “cantazos”, tener innumerables malas experiencias y sentir que todo se derrumbaba en mi vida para darme cuenta de la clase de “mujerón” que soy.
La
vida se encargó de enseñarme que mis “desventuras” nada tenían que ver con mi
peso o mi apariencia, tenían que ver directamente con el poco o nulo AMOR que
yo me tenía. No es hasta esta etapa de
mi adultez que comprendo que muchos hombres no se enamoran de un “físico”
aunque eso sea lo primero que miren. Los
hombres que realmente se enamoran, lo hacen de una mujer segura, de una mujer
que se ama a sí misma, una mujer libre y que sea dueña y señora de sus
emociones. Cuando eres capaz de ponerte
a ti misma como prioridad, sabrás como conducirte en la vida, sabrás como dar
amor. Esto aplica incluso a esas mujeres
que son madres, porque para poder amar y cuidar a tus hijos tienes que entender que debes ser una mujer emocionalmente
saludable y para poder lograr tu salud emocional debes ponerte a ti misma como
prioridad.
Una vez entendido esto, de todas maneras quise bajar de peso (me imagino la cara de ustedes), pero las razones son completamente distintas a las que siempre había tenido. ¿Y a que no saben qué? Esta vez sí estoy bajando de peso, porque no estoy desesperada por ser “flaca”, porque no tengo la necesidad gustarle a nadie, sólo quiero sentirme saludable y con más energía, modificando mi manera de comer y sin sentir la necesidad de comerme una pinta de helado de chocolate cada vez que me sienta triste (bueno tengo mis días hormonales, pero lo combato con unos sabrosos postres bajos en carbs y sin azúcar) KETO STYLE BABY.
En mi viaje de bajar de peso me acompañan varias JEVAS DE LA VIDA, mis amigas del TEAM AGUACATE. Cada una de ellas es una BELLEZA DE MUJER, no importa las libras que tengan ni tampoco las que se quiten. Ellas son inspiración para muchos y para ellas mismas.
Mujer que me lees, jovencita que me lees, cada mujer es hermosa en su propia piel, NUNCA permitas que ningún CIEGO te diga cómo te ves y mucho menos cambie la visión que tienes de ti misma.
Cuando piensas que todo lo que haces es absurdo, das un paso hacia al frente y tres hacia atrás. Te miras al espejo y te reclamas, ¿que hice mal? ¿donde fallé? Pude haber hecho las cosas de diferente manera, o haber tomado una decisión diferente. Entonces te encuentras tejiendo historias de como pudo haber sido, de como quisieras que hubiese sido. Pierdes miserablemente el tiempo retrocediendo en tu mente, creando finales alternos de tu historia, cuando realmente son capítulos. Tu historia no termina cada vez que sientes un rechazo o cada vez que piensas que hiciste algo mal. Son simplemente capítulos, o ciclos como lo quieras llamar. Son situaciones y personas que llegan a tu vida con un propósito en particular, mientras no te aferres a nada ni a nadie estarás bien. Aprende a saborear esa libertad que te ofrece el disfrutar de las cosas cuando se te presentan y evita meterte en la cabeza una historia sobre lo que tiene que pasar o sobre lo que puede pasar después. Se vive el presente, se disfruta el ahora y lo que se va simplemente se fue.